martes, 6 de septiembre de 2011

Una historia verdadera (1999) - The Straight Story


Tal vez moleste a los más "gafapastiles" seguidores del, para mí, genio del séptimo arte David Lynch, pero seguramente esta, su película "menos Lynchesca", sea no solo su mejor película, sino una de las escasas obras maestras que nos ha dejado el cine de los últimos 20 años. Hoy os recomiendo Una historia verdadera (1999), una preciosa película de carretera ( o road movie) que, basando su esencia en una supuesta sencillez a todos los niveles, nos regala unos momentos de puro cine. Es una historia dura y al mismo tiempo hermosa, es un regalo de David Lynch al séptimo arte. Aquí el director rebaja su salvaje simbolismo al mínimo, y se toma su tiempo, respirando profundamente, para llegar a tocar la esencia del cine. Por momentos, lo que vemos es perfecto, y el resultado final es muy gratificante. Todo aderezado con la sensacional banda sonora de Angelo Badalamenti.




La historia se apoya al mismo tiempo en una impactante y hermosa fotografía de los Estados Unidos rurales más acogedores que nunca se han rodado, y en la impresionante figura elegíaca de Richard Fansworth, que alcanza el mito en la que fue su última interpretación antes de morir. Es una película que se acomoda en el ocaso como concepto, en la cercanía de la muerte, pero de una forma cálida y agradable. La muerte está ahí, a la vuelta de la esquina, pero cualquier instante anterior está lleno de vida, de sol que se pone en el horizonte y que ya casi no calienta, pero que todavía ilumina.


Alvin Straight (Fansworth), da nombre a la película (jugando con los dobles sentidos) y se convierte en el protagonista de la cinta. Es un hombre viudo que ya ha superado los 70 años y que vive con su hija discapacitada intelectual (una breve pero intensa Sissy Spacek) en su granja de Iowa. Está enfermo hasta niveles que nos cuesta imaginar (enfisema, problemas de movilidad, progresiva ceguera...). El caso es que se entera de que su hermano Lyle (Harry Dean Stanton), con el que no habla desde hace muchos años por una disputa, está muy enfermo y no le queda mucho tiempo de vida. Decide ir a visitarlo y zanjar la disputa, y para ello tira del único transporte que tiene a mano, una segadora con la que tendrá que recorrer los más de 500 kilómetros que lo separan de su hermano.


Aquí empieza la road movie. Asistimos a un viaje, definitivo para él e inicíatico para todos los que se encuentra en el camino, que fluye gracias al deseo y las ganas, una épica sencilla, trascendente y entrañable de un hombre vencido pero no derrotado luchando contra los elementos. Un Quijote que quiere hacer las paces consigo mismo y con los demás, porque es lo que debe hacer.


Tenemos 100 minutos de pureza cinematográfica, de grandes interpretaciones y de una fotografía que vergonzosamente no pilló nominación en los Oscar (afortunadamente Fansworth sí que tuvo su nominación). Hay incluso algún pequeño recoveco para que Lynch incluya algunos guiños a su especial simbolismo cinematográfico. Y es que hay sitio para todo en esta joyita que sorprendió a todos a finales de los 90 del pasado siglo XX.


Es una película para recostarse en el sillón y disfrutar de un spa de cine, de un mensaje que parece no tener un rumbo fijo, de una trama que parece no querer decir nada, de unos personajes que van y vienen, como la propia vida. Porque esta película es eso, vida, como el poema de Jorge Manrique. Es una película triste en algunos momentos, pero sobre todo es una película optimista, es una película para "mover el culo". Queremos que el tipo consiga su cometido, estamos dispuestos a empujar esa segadora en las cuestas, y a taparle con una manta en las noches frías. Porque merece la pena, porque este viaje es "el viaje". Porque esta película produce empatía y buen rollo desde el primer fotograma.


Título original: The Straight Story. Dirección: David Lynch. Guión: John Roach, David Lynch. Música: Angelo Badalamenti. Reparto: Richard Fansworth, Sissy Spacek, Harry Dean Stanton.

LO MEJOR: Todo.

LO PEOR: Nada.

NOTA: 10/10

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanta tu blog.

Ángel Codón Ramos dijo...

Pues muchas gracias :D