viernes, 7 de octubre de 2011

Con la muerte en los talones (1959) - North by northwest


Nunca un traje le quedó tan bien a un hombre. Seamos francos, tomos queremos ser Cary Grant en Con la muerte en los talones. Con ese impecable traje azul que lo aguanta todo, persecuciones urbanas, forcejeo  ataques de avionetas, escalada libre... Pase lo que pase, tanto Cary Grant como su traje permanecen enteros, entrañables, geniales. Por eso todos queremos ser Cary Grant. Por aquel entonces decían eso de "las mujeres lo desean, y los hombres quieren ser como él". Y es que el bueno de Grant se metía a todos en el bolsillo, como cuando utilizaba los rumores sobre su supuesta homosexualidad para parecer todavía mas cercano, más simpático, más Cary Grant... Este tipo era un genio, sin lugar a dudas.


Y otro genio como Alfred Hitchcock lo sabía muy bien. El icónico director británico, que de esto sabía un rato, entendió que Grant era su hombre para este trabajo, una comedia de suspense con un ritmo frenético y un eco canallesco. Es bien sabido que a Hitchcock le perdía el humor negro, que le gustaba hacer bromas ácidas, y en esta película es donde se ve mejor.

Este film es una película con mayúsculas, perfecta (porque hasta tiene esos pequeños fallitos que hacen más completa una película), desde el primer momento que vemos unos espectaculares créditos de apertura, diseñados por ese diseñador gráfico que conocemos todos los que no sabemos más nombres de diseñadores gráficos, Saul Bass, hasta que el guión se va de farra y todo se vuelve loco. Desde el momento en que las letras empiezan a tomar perspectivas forzadas, piensas: "esto me va a gustar".


Y todo comienza por una curiosa casualidad. Roger Thornhill (Cary Grant), un publicista de la época en plan Mad Men, pero más gracioso y simpático, es confundido con un agente doble por los malos de turno, y de repente, tenemos una historia bastante difícil de creer pero tremendamente entretenida. Pura diversión del mejor Hitchcock, de ese que parece un crío malcriado y disfruta torturando actrices rubias.


Lo cierto es que esta es una película difícil de contar, es complicado decir de qué va más allá de la premisa básica. Y lo bueno es que no se genera una historia compleja, más bien todo lo contrario, recibimos algo parecido a un juego de niños, un lugar donde pasan cosas, y no importa mucho el por qué. Toda con una genial esencia art deco, con esa arquitectura de los 50 y 60, y con unos contrastes impresionantes que van desde la ciudad al campo, pasando por el desierto o el mismísimo Monte Rushmore.


Todo es muy inverosímil. A Hitchcock le encanta generar esa sensación. No solo el hecho de que te persiga una avioneta (sí, la archiconocida escena), o de que estés al lado de un joven Martin Landau y no sospeches que es un vilano a primera vista. Lo más inverosímil de todo, y también lo más divertido, es cómo se toma el personaje de Cary Grant todo lo que le sucede. Derrochando toneladas de carisma y buen rollo, Grant se come la película en múltiples y generosos bocados. Es un tío guay, es un tío con el te gustaría tomar una cerveza y charlar un rato. Es cercano y la vez inaccesible. 


Y la que más lo sufre es la chica de la película, la rubia (vaya, no me digas que Hitchcock dirige esta película) Eva Marie Saint, que aunque debe vigilar al personaje de Cary Grant, termina enamorándose de él. Y lo que es más importante, ¡a él le pasa lo mismo! El soltero de oro se enamora a primera vista, tal vez por el calentón que le aporta el hecho de que intenten matarle cada 5 minutos...


Pero da igual lo que pase en la película, solo tenemos ojos para Cary Grant y esa impresionante arquitectura tan característica. Y es que hay cosas impagables, como los geniales momentos en los que el personaje de Grant habla con su madre, o cuando se toma las cosas con su particular filosofía de "bueno, podría ser peor". Hitchcock consigue introducir toneladas de comedia en una cinta de suspense y conseguir que la intriga se mantenga intacta y absolutamente seria. No se trata de una parodia, se trata de una mezcla de géneros que contra pronóstico sale victoriosa en todos los embates.


Y no es que al orondo y británico director le de por la contención, la verdad es que lo da todo en la pantalla, algo muy de su estilo, forzando ángulos de cámara, realizando geniales trucos artesanales para los efectos especiales, y sí, también pasándose tres pueblos cuando le apetece. ¡Y qué bien resulta todo! Y eso sin hablar de la deliciosa fotografía de Robert Burks o de la divertida música Bernard Herrmann (¿puede un nombre ser más alemán?)...

Con la muerte en los talones es un clásico intemporal, una historia perfectamente construida y mostrada que solo hubiera sido mejor en nuestro país si se hubiera mantenido el título original que viene a ser algo así como Al norte por el noroeste. ¿Por qué? Pues porque lo de "con la muerte en los talones" suena demasiado obvio para una película que tiene genes de trilero y de imaginero de Disneylandia, de Tamariz tocando el violín, o de fuegos artificiales. Incluso un título como CULO hubiera sido mejor (y seguro que a Hitchcock le hubiera gustado más). ¡Haced el favor y vedla de una vez, aunque la tengáis que descargar de PeliculasYonkis!

Título original: North by Northwest. Dirección: Alfred Hitchcock. Guión: Ernest Lehman. Música: Bernard Herrmann. Fotografía: Robert Burk. Reparto: Cary Grant, Eva Maire Saint, James Mason, Martin Landau, Leo G. Carroll, Josephine Hutchinson, Philip Ober, Edward Platt, Adam Williams, Jessie Royce Landis.

LO MEJOR: Cary Grant está inmenso, entrañable, gigantesco. Y su traje no digamos. Divertida a rabiar. Como con las buenas ilusiones de magia, hasta cuando sabemos dónde está el truco nos dejamos engañar como niños.

LO PEOR: La traducción del título está grabada a fuego en España, pero no fue la mejor idea que se ha tenido a la hora de traducir títulos (aunque tampoco la peor, eso es verdad).

NOTA: 10/10.

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