Corría el año 1994 cuando la otrora todopoderosa Disney alcanzó la casi-perfección animada con una obra condenada a perdurar por los siglos de los siglos. Y es que, El rey león, por mucho que les joda a algunos negacionistas y quisquillosos enemigos de la multinacional norteamericana (como mi querido y odiado Alejandro Jodorowsky, que mantiene una estúpida cruzada contra esta compañía), es una obra total, un drama épico clásico, una epopeya, una tragedia griega. ¡Claro que no es original! ¿Nadie ha oído hablar de la intertextualidad?
Sí, la trama se parece a Hamlet y, por lo tanto, es muy Shakespeariana, pero todavía no llego a comprender por qué eso puede ser negativo de alguna forma.
No os dejéis engañar por esos asesinos de ilusión. Estamos analizando una película, y no las tramas socio-económicas de una multinacional (algo que algunos nunca llegarán a comprender). Este es una película maravillosa, una obra de arte en casi todos sus aspectos: una técnica brillante y depurada con algunos adelantos que nos dejaron boquiabiertos en su momento, una historia oscura al mejor estilo clásico de Disney (con muertes trágicas de progenitores y todo eso) plasmada en un guión que no cojea lleno personajes carismáticos...
No en vano, esta película hace tiempo que trascendió su propia naturaleza, por ejemplo, resultando en un musical de acción real que ha seguido cosechando éxitos por todo el mundo, o siendo la propia película reestrenada en cines hasta en 3 ocasiones.
El rey león llegó en el año 1994, cuando los estudios de animación se encontraban en plena transición de las 2D a las inevitables 3D. En el rey león ya se vio mucho ordenador (aunque se tratara de animación tradicional), sobre todo para generar escenas en las que se reproducían grandes cantidades de animales de manera digital (técnica que se utilizaría posteriormente mejorada en Mulan). Un año después Pixar se quedaría con todo (dejando claro que las 3D puras ya eran una realidad) tras estrenar la genial Toy Story, pero esa es otra historia...
Una pregunta que podríamos hacernos es: si Disney fue una máquina de generar clásicos de forma instantánea, ¿era El rey león mejor que sus contemporáneas?. La respuesta es sí. Esta se trata de una película mucho más compleja, madura y completa que, por ejemplo, grandes obras como La Bella y la Bestia (película que en 1991 llegó a ser nominada al Oscar a mejor película, y cuando solo había 5 nominadas), que es otra obra maestra.
¿Por qué digo esto? Pues seguramente porque es una obra muy clásica. Venganza, traición, culpa, redención, auge y caída, miseria, totalitarismo, vida y muerte, irreversibilidad, responsabilidad... Muchos son los temas tratados mediante los coloristas y genialmente diseñados personajes de la película (que consiguen transmitir una expresividad impresionante).
Y lo diré otra vez: no, no es una película muy original. Tal vez nada original, pero no importa lo más mínimo. La cinta funciona con la precisión de un reloj suizo de los caros. Una historia de traiciones y reyes desterrados, de guerras fratricidas y superación de traumas y miedos, de personajes caídos que se levantan de nuevo.
Una película con momentos impactantes, impresionantes, emocionantes y evocadores (casi puedes notar la brisa de la sábana africana). Una película con villanos bien definidos que consiguen la empatía del público (puntazo y gran acierto que en otras películas de Disney no ocurre). En serio, ¿se puede pedir más?
No contaré mucho de la trama por si alguien todavía no la ha visto, pero trata de la epopeya de Simba, el pequeño príncipe león heredero al reino de su padre, el benévolo Mufasa, tras sufrir la traición de su tío, el maquiavélico Scar (¡el malo se llama Cicatriz! ¡Es genial!). Un viaje iniciático que convertirá al niño caprichoso y despreocupado en un hombre consciente de su responsabilidad, dispuesto a dar la cara por sus errores y hacer lo que un buen rey debe hacer (y lo dice un republicano)...
Título original: The Lion King. Dirección: Ron Minkoff, Roger Allers. Guión: Irene Mecchi, Linda Woolverton, Jonathan Roberts. Música: Hans Zimmer (con canciones de Elton John y Tim Rice).
LO MEJOR: Una historia clásica contada con animales que tienen más expresividad que las personas. Y es una historia muy buena y muy bien contada.
LO PEOR: Por mucho que fuera un gran éxito, la obsesión de la Disney por estrujar sus obras maestras generando subproductos como las irregulares secuelas (que no estaban mal, sobre todo la segunda) le han robado cierto halo de gran obra.
NOTA: 9/10