Ya hacía tiempo que quería tratar esta película, y más aun teniendo en cuenta que hace mucho tiempo que no llegaba una nueva "recomendación" a este blog. ¡Qué mejor título que La soga para el relanzamiento del mismo!
Esta cinta tal vez sea mi película favorita del genio británico Alfred Hitchcock, junto con La ventana indiscreta y Con la muerte en los talones. Aquí Hitchcock hace uno de los mejores ejercicios de gestión de intriga y tensión que se han hecho en la historia del cine. Y ojo, que esto es mucho decir.
Y para ello, el bueno de Alfred se sobra y se basta con una puesta en escena absolutamente teatral, con una sola localización y un decorado que no disimula su naturaleza, si no más bien todo lo contrario. Especial mención merece el enorme diorama de fondo, que muestra una imagen espectacular de la ciudad de Nueva York.
Y es que Hitchcock quería rodar toda la película en una sola toma, pero las limitaciones técnicas (la duración de las cintas) le obligó a replantearse esa idea, aunque encontró una solución: rodar toda la película a base de planos-secuencia, utilizando trucos de cámara para disimular los cortes entre ellos.
Para ello, el director coreografió los movimientos de los actores y diseñó junto a su equipo un complejo sistema destinado a modificar las dimensiones del decorado en tiempo real, para no tener que detener el rodaje y poder mover la cámara. Vamos, una locura que solo este genio podía plantearse de forma seria.
Pero, ¿de qué va todo esto? Pues la propuesta no podría parecer, en teoría, más sencilla. Unos jóvenes invitan a una pequeña fiesta a su antiguo profesor (entre otras personas), que no es otro que James Stewart (realizando un ejercicio de contención genial).
Esto podría parecer algo descafeinado como trama para una película de intriga, pero no lo es cuando desde el primer momento nos dejan claras las intenciones de esos jóvenes: asesinar a uno de sus amigos y pasearlo ante las narices de sus invitados para demostrar lo inteligentes y superiores que son, siendo capaces de realizar un asesinato perfecto.
Esa es la idea de la cinta. Hitchcock realiza una crítica alrededor de la idea del superhombre de Nietzsche, y ataca la línea de flotación de aquellos que, considerándose superiores, se creen con derecho a decidir sobre los destinos de los demás.
Hitchcock pone todas las cartas sobre la mesa, como absoluto genio del género, sin trampa ni cartón (no más allá del decorado, claro). Nos da toda la información y nos deja sacar conclusiones según avanza el reloj (un reloj que casi nos deja oír su tic tac).
Una película polémica que consiguió evadir la censura a pesar de tratar temas tan controvertidos como la teoría del superhombre antes comentada o la supuesta relación homosexual de los protagonistas (más que evidente para todo aquel que tenga ojos). Afortunadamente la cinta no sufrió ningún recorte.
Esta es una película inmortal, con un exquisito toque clásico, con ese Nueva York que casi puede respirarse a través de la ventana y el diorama falso que descansa detrás. Con una tensión de las que hacen sudar más que un capítulo de Juego de Tronos, porque, ¿quién sabe qué puede pasar a continuación? Solo Hitchcock, que era bastante cabroncete... Por último, el final es absolutamente devastador, un final que te mastica y te escupe a un lado de la carretera. ¡Qué genialidad!
Título original: Rope. Director: Alfred Hitchcock. Guión: Arthur Laurents, Ben Hecht. Música: Leo Forbstein. Fotografía: William Skall, Joseph Valentine. Reparto: James Stewart, John Dall, Farley Granger, Cedric Hardwicke, Constace Collier, Douglas Dick, Edith Evanson, Dick Hogan, Joan Chandler.
LO MEJOR: Es una rareza deliciosa. La tensión que se genera alcanza las mayores cotas de la historia del cine.
LO PEOR: Da un poco de pena que Hitchcock no pudiera rodar toda la película en una sola toma por las limitaciones técnicas. ¿Quién sabe qué podía haber salido de ahí?
NOTA: 10/10.
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